Jesús invita al joven rico a ir más allá de la satisfacción de sus aspiraciones y de sus proyectos personales, le dice: “¡Ven y sígueme!”. La vocación cristiana brota de una propuesta de amor del Señor y puede realizarse solo gracias a una respuesta de amor: "Jesús invita a sus discípulos al don total de su vida, sin cálculo ni intereses humanos, con una confianza en Dios sin reservas. Los santos acogen esta invitación exigente, y se ponen con humilde docilidad tras las huellas de Cristo crucificado y resucitado. Su perfección, en la lógica de la fe a veces humanamente incomprensible, consiste en no ser el centro de sí mismos, sino en escoger el ir contracorriente viviendo según el Evangelio” (Benedicto XVI)
17 de marzo de 2010
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6 comentarios:
Ven y... verás. La vida del discípulo es de todo menos aburrida. La gracia de la entrega es saber anteponer su Voluntad a la nuestra... María, que ejemplo! Hágase!
Lobo, gracias por tus palabras. Siempre aprendo de tus palabras.
Seguirle es lo mejor y lo más eficaz, aunque no veamos o cueste la vida.
Un saludo.
¿Qué se puede comentar a unas palabras como las de Benedicto XVI? Aplaudirlas, aplicárnoslas, ver lo que podemos sacar de ellas. Gracias Manolo
De acuerdo. Como siempre has acertado.
Un fuerte abrazo y Feliz Pascua de Resurreción, pasando por la Cruz.
De acuerdo. Como siempre has acertado.
Un fuerte abrazo y Feliz Pascua de Resurreción, pasando por la Cruz.
De acuerdo. Como siempre has acertado.
Un fuerte abrazo y Feliz Pascua de Resurreción, pasando por la Cruz.
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